Llora

Ahi, en medio de la calle está. Llora. En aquella ciudad las noches son frias. En verano, a pesar del calor, son frias. A esas horas no hay alma que rodee por las calles, frias. Entonces, sin preocuparse, llora. Sabiendose en la mas pura soledad llora.

No llora por amor, ni odio. No siente rabia ni rencor. Pero igual llora. Sin saber por qué, llora. En realidad, se dá cuenta que no sabe nada, pues no entiende cómo llegó hasta aquella calle, en aquella ciudad. No sabe por qué no se mueve, no entiende por qué se queda ahi, inmovil. No quiere ni sentarse. El estar ahi, llorando en medio de la calle, le provoca una sensación distinta, una especie de calma que jamás había sentido. Llora pero no se lamenta. Tampoco llora de alegría. Solo llora. Llora aquellas lágrimas que durante tánto tiempo quiso llorar pero no pudo. Se está vaciando ahora, está muriendo su yo de antes para poder renacer, para ser un verdadero ser.

Ahi, en medio de la calle llora. Y empieza a caminar, sin querer. Ahora llora pero no siempre en medio de las calles pues ahora las cruza, se mueve. Llora caminando, sin pensar en lo que está haciendo. Con cada paso que dá llora un poco más. No sabe dónde va, pero no le importa. Llora. En realidad su mente se apagó, no piensa. Solo llora. Camina y llora. Hasta que llega a un árbol. Sin darse cuenta, se sienta bajo el anciano. Y ahi para de llorar.